Uno de cada cinco niños piensan que Jesús juega en el Chelsea

Uno de cada cinco niños piensan que Jesús juega en Chelsea

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-Gran Amargura, desesperación, desilusión … Ver esta sociedad que se suponía debía haber enaltecido los valores y el sacrificio de su SALVADOR y transmitirlo a las generaciones futuras, como un pilar en el cual todo debería basarse e identificarse, en su lugar se confunde con lo que de bueno no tiene nada, y donde la fe y la esperanza de que él es la única salvación a la que se debe referir con certeza que todo está hecho, se da «paso» y «privilegio» de colocar a EL CRISTO JESÚS, desde edad temprana, en falsos ídolos y falsos dioses …

-Verdadero Cuando Eugenio dijo por voluntad superior:

«Quédate con nosotros, Señor, porque se hace de noche.»
«Como el Padre me ha amado, yo también os he amado» (Juan, 15-9)
El Maestro dijo a sus amados discípulos que no los había mandado para goces terrenales, sino a batallas durísimas; no para ser honrados sino despreciados; no a una vida ociosa, sino para la fatiga; no para descansar, sino para producir abundantes frutos con la paciencia. La paciencia y la humildad son la vía que conducen a la fortaleza espiritual. Sólo cuando se ha alcanzado este radiante objetivo sentirán palpitar en vuestros corazones el poderoso latido del corazón de Dios. La valentía que el Padre Glorioso os concede es en perfecta sintonía con la fé para que podáis  superar las debilidades que os hacen ser incapaces y temerosos.

«Hombres de poca fé»,  hombres que carecen de la voluntad para atraer sobre sí la gracia del Señor. Hombres tibios, carentes de fuerza, esa fuerza que quema el espíritu y el corazón de la ardiente pasión, como la que tuvo el Maestro al recorrer el camino triunfal de la divinidad. Si os dejais tomar por el sueño estaréis perdidos

«Quédate con nosotros, Señor, porque se hace de noche», pero el Señor no se quedó; se fue dejándolos así, por si solos, para que superasen las dificultades nacientes de la oscuridad de sus días, y con fe, renacieron seguros y fortificados en el espíritu, conscientes de la Verdad que ilumina la Eternidad y la Inmortalidad. Su tibieza se deriva del miedo a no ser apoyado, protegido y sacados de las dificultades que vuestra pálida fé no logra eliminar. Por esta razón, es que permanecéis en la oscuridad de vuestros días, para que podáis renovar la fe, con coraje y fortalecidos en el espíritu.
Paz.
El Consolador
Nicolosi, 22 de diciembre. 1976  12,15 hs

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