Eugenio Siragusa y la reencarnación: Ley de vida y de verdad

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Existen las vidas pasadas. Aquí está la evidencia abrumadora!

 


Reencarnación: ley de vida y de verdad


La muerte
no existe es una invención de la Iglesia Católica

 REENCARNADOS Y REENCONTRADOS

Un día, los que le seguían, reunidos en torno a él, le pidieron: «Háblanos de la «reencarnación».» Entonces Eugenio Siragusa se quedó en silencio, les fue mirando uno a uno y dijo:
– ¿Acaso tú no recuerdas tus lejanos días de Egipto, y tú el tiempo en que fuiste mujer drúida, y tú uno de los Jefes de tribu de los Mayas, y tú un lama tibetano y más tarde un romano?
Los que había señalado no respondieron. Uno de los que le escuchaban, afirmó:
– Eugenio, yo sí recuerdo lo que fui. Estoy seguro.
– ¿Quién fuiste en el pasado?
– Viví en tiempo de Jesús y conocí a Pilatos. Era soldado romano.
– ¿Qué soldado romano? Te lo diré yó. Tú eras centurión y tu hijo vive ahora contigo. ¿Recuerdas ahora? Muchos de los que estáis aquí, ahora, vivisteis en tiempo del Maestro y otros en la época próxima.
Los que estaban sentados en el suelo o de pie por la estancia, guardaron silencio. Eugenio continuó:
– ¿Sabéis por qué se arriesgaron José de Arimatea y Nicodemos una noche para ir en busca de Jesús? Para preguntarle por la reencarnación. Porque a pesar de formar parte de los Sabios de Israel no lo podían comprender. Le preguntaron: «¿Cómo puede un hombre nacer, siendo viejo?» A lo que el Maestro respondió: «En verdad te digo que si alguno no ha nacido del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne es carne; pero lo que ha nacido del Espíritu es espíritu. No te maravilles si te he dicho que os conviene nacer de nuevo.» (Un niño al nacer tiene un cuerpo material constituido en un 97,3 por ciento de agua).
Os recordaré otra escena que recuerdo muy bien. Pasando el Maestro un día por las calles, vio a un ciego de nacimiento y sus discípulos le preguntaron: «Rabí, ¿quién pecó?, ¿éste o sus padres?» Y Jesús les dijo: «Ni pecó éste ni sus padres, sino para que se manifestase en él la gloria de Dios.» Los discípulos conocían la reencarnación. Tenían de ella plena consciencia y conocimiento; por eso preguntaron al Maestro si la ceguera era una consecuencia del Karma. Jesús les explica que no. El ciego, en el intervalo entre esta vida y su vida anterior, cuando todavía se encontraba en el reino del Espíritu, consciente de la meta que quería alcanzar, había escogido sufrir la privación de la vista para acelerar en la vida presente su evolución espiritual.
¿Qué pensáis que se quiso decir en el libro de Jeremías con estas palabras?: «Yo te he conocido antes de que te formaras en el vientre, y antes de que salieras de la matriz, yo te he consagrado, te he instituido como profeta entre los pueblos.»
Cinco siglos antes de la venida de Cristo, Malaquías anunció a las gentes que Dios enviaría a la Tierra al profeta Elías, que en realidad había vivido cuatro siglos antes que él. ¿Qué quiso decir? Lucas, luego, escribió: «El Angel anunció a Zacarías: Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, que pondrás por nombre Juan y caminará en el espíritu y el poder de Elias.»
Por tanto Juan nacerá y tendrá el espíritu de Elías. Nacerá y precederá a Jesús. Y cuando Elías, reencarnado en Juan Bautista, se encontró con Jesús en el desierto, mientras predicaba, el propio Jesús imprecó a las gentes por no haber comprendido: «¿Qué habéis ido a ver en el desierto, una caña movida por el viento, un profeta? Yo os digo que más que a un profeta. En verdad os digo que entre los nacidos de mujer, no ha aparecido uno más grande que Juan el Bautista; él es Elías que había de venir.» Los discípulos siguieron preguntando a Jesús por qué las Escrituras decían que Elías debía venir primero y Jesús les contestó: «Elías, en verdad, debe venir primero y restablecerá todo. Sin embargo yo os digo: Elías ha venido ya y no lo reconocieron… » Entonces y sólo entonces, los discípulos comprendieron que hablaba de Juan Bautista. Juan Bautista era Elías, el que debía venir antes que el Maestro para preparar sus caminos. Pero no lo reconocieron. De modo que el Profeta Elías había vuelto en Juan, se había reencarnado después de nueve siglos, y había cumplido la profecía.
Permitidme que siga recordándoos – Continuó Eugenio Siragusa -, porque veo que lo habéis olvidado. Estaba un día el Señor orando a solas con sus discípulos y cuando hubo terminado se volvió a ellos y les preguntó:
«¿Quién dicen que soy yo»? Y sus discípulos le contestaron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que alguno de los antiguos profetas.» El pueblo de Israel también conocía la reencarnación y cuando vieron las obras de Jesús, pensaron que sería o Juan Bautista o Elías, o un Profeta «resucitado», «renacido», «reencarnado». El propio Herodes, cuando le llegó la noticia de las obras de Jesús, pensó para sí: «Este es Juan el Bautista que ha resucitado de entre los muertos.» Los de su corte pretendían calmarle sugiriéndole que no era Juan, que se decía que era Elías o alguno de los antiguos Profetas, pero Herodes estaba obsesionado y repetía una y otra vez: «Es Juan, a quien yo degollé, que ha vuelto.» Yo os digo: si hubieran creído, si Herodes hubiera creído que «Juan había resucitado», le hubiera reconocido porque hubiera tenido las mismas facciones. Sin embargo, Herodes admite que ha resucitado con otro cuerpo…, estaba convencido de que se había reencarnado como Jesús y que había vuelto en otro cuerpo…
Para quienes no recuerdan el pasado, yo os digo que en los tiempos actuales, investigadores de diferentes países han tenido la ocasión de examinar «casos» de individuos que aseguran acordarse de sus vidas precedentes. Después de haberlos examinado con escrupuloso rigor científico, han tenido que concluir que los recuerdos de estas gentes correspondían a la «realidad» del pasado. Este estudio de casos probados se extiende cada día más, y ha llegado a los Centros Universitarios de Investigación de todo el mundo. En la Universidad de Jaipur, en la India, un equipo de seis Decanos tiene recogidos y comprobados en sus archivos más de 80 casos probados de reencarnación. El profesor Denys Keisey, miembro del Colegio Real Inglés de Medicina, y su esposa Joan Grant, han investigado, en un exhaustivo volumen, 10 casos de reencarnación. Os recordaré un versículo del Corán; se refiere a la reencarnación: «Dios crea los seres y los envía miles de veces para que ellos vuelvan a él.»
Entonces los que le rodeaban hablaron:
– ¿Es verdad que todos los que estamos aquí ya hemos vivido antes, que conocimos a Jesús?
– Cierto que todos habéis vivido antes. Algunos en el tiempo de Jesús, otros después: Os diré, hoy están en el mundo varios de sus discípulos y apóstoles operando según la superior voluntad.
Una mujer se levantó y le hizo esta pregunta:
– ¿Cómo podría yo acordarme de mis reencarnaciones? ¿Me podría usted decir alguna de mis vidas precedentes?
Y él respondió:
– En ti está la sabiduría y tienes la respuesta. ¿De qué te serviría que yo te dijese un nombre de tu pasado, si hoy no has alcanzado el nivel evolutivo para poder asimilar? Predisponte para recibir tu verdad y cuando eso suceda, automáticamente se hará en tu mente la luz. Todo conocimiento tiene su tiempo.
Otra mujer le preguntó:
– El alma, cuando abandona el habitáculo humano por la muerte y vaga en el cosmos esperando reencarnarse, ¿está sometida a leyes precisas o se reencarna a su elección y juicio?
Su respuesta fue:
– La energía vital o alma también debe someterse a las leyes precisas que rigen el Cosmos. El alma no hace nada sin un orden preciso de sucesión. Toda alma, sin embargo, que consigue remontar lo más rápidamente posible los estados purificadores, se reencarna más pronto para poder anticipar su último estado de purificación. El vagar de las almas por el espacio, no es otra cosa que el castigo en espera de otro juicio, y cuanto más duro haya sido el juicio, más será necesario esperar para poder alcanzar una última reencarnación. Cada alma recibirá según lo que haya dado sobre la Tierra y a lo largo de todas sus vidas. Esto, que pensamos se cumple en poco tiempo, necesita, sin embargo, de mucho tiempo en la Tierra, que está regulada por leyes de devenir más cortas según los cálculos hechos por el hombre. No está dicho, sin embargo, que cada alma vuelva y se reencarne sobre el Planeta de su última procedencia. Puede reencarnarse, según su grado de evolución, en otro mundo habitado y continuar allí su purificación y su ascensión espiritual. La energía que encierra cada ser viviente, forma como una red de comunicación a través del Cosmos. Nosotros estamos todos unidos, mediante esta red infinita con la «fuente de energía vital creadora de toda cosa». He aquí el gran misterio que no todos llegan a comprender, pero que cuando comprendamos perfectamente, habremos entendido verdaderamente, nuestra «esencia y origen divino».
Otra persona preguntó:
– ¿Cómo se produce la reencarnación? ¿Qué parte de nosotros se reencarna?
– Nosotros, con nuestro cuerpo físico, no somos los que nos reencarnamos, porque físicamente hablando no somos nada más que instrumentos del valor real que se reencarna: «el espíritu». Y el espíritu no tiene nombre, ni reposa jamás, pero actúa sin parar por el devenir de «el que es», con quien tiende a reunirse.
– ¿Cuántas veces se reencarna cada entidad?
– Los ciclos principales de reencarnación en el hombre son siete. Pero éstos pueden interrumpirse por muerte violenta, para ser inmediatamente reiniciados. Por ejemplo, si un hombre destinado a vivir 90 años cesa su vida por muerte violenta a la edad de 50 (muerte por defecto), este hombre volverá a reencarnarse inmediatamente para completar el proceso y vivirá, por tanto, solamente cuarenta años hasta completar el ciclo. Es la ley.
– ¿Puede variarse esta ley, haciendo que uno supere la edad que tenía prevista?
– Sólo quien ha hecho la ley puede variar la ley. No está en el hombre variarla. El hombre, por su evolución positiva, puede conseguir evitar las interrupciones de sus ciclos de reencarnación y acortar los lapsus de tiempo intermedio. Pero sólo por una intervención directa del Legislador, y para un programa específico, se puede variar su ciclo programado de tiempo de experimentación en la materia, en un tiempo determinado.
Un joven le preguntó:
– ¿Puede un espíritu negarse a reencarnar?
– Cuando las almas se separan de los cuerpos, permanecen cierto tiempo en un estado de reposo (que se puede parangonar con la concepción), en espera de un nuevo destino sobre el plano tridimensional o sobre el cuatridimendional. Un alma no puede negarse a reencarnar en cuanto que, transcurrido el período de reposo, entra en un estado de conciencia que le da la medida de la necesidad de perfeccionarse a través de una nueva reencarnación.
– ¿Por qué en nuestro Planeta siguen aumentando los nacimientos ininterrumpidamente? ¿Se pueden entender estos nacimientos como un mecanismo de la reencarnación de las almas con vistas al juicio final?
– La reencarnación de las almas con vistas al juicio final entra, efectivamente, dentro del concepto global de la «resurrección de los vivos y los muertos». Sin embargo, el problema de los nacimientos, es también una cuestión que concierne a la conciencia moral y espiritual de los hombres.
Una joven le hizo esta pregunta:
– ¿Es posible, como me he sucedido en un sueño, que lejanos antepasados busquen, a través del tiempo, un ser que ellos perdieron en su pasado mientras vivieron sobre la Tierra?
– Ciertamente. Esto es lo que sucede con la reencarnación de numerosos seres que buscan en el seno de su propia familia el cuerpo apto para contener su identidad. Es así como muchos seres se reencarnan en el seno del mismo núcleo familiar al que en un pasado pertenecieron, reencontrando experiencias ya vividas, pero todavía por completar.
– ¿Qué es la muerte en función de la reencarnación?
– La «vida» va hacia la muerte, la muerte va hacia la «vida». Todo cambia, salvo la ley que instruye la «eternidad» de lo creado, a través del cambio que determina la «evolución» de todo aquello que sirve a la inmortalidad del «espíritu creativo». Todo es hoy, todo será mañana. El mañana será diferente, pero será siempre el todo de «ayer», con nuevas formas, nuevos colores, nueva linfa, nueva conciencia, nueva vida y nueva obra. La muerte empuja a la vida hacia nuevos senderos más luminosos. La verdadera vida emerge de la muerte. Despojándola de los hábitos materiales, deviene real y existente, sabedora de ser una sola cosa con la «vida del Cosmos». La muerte es una amiga generosa. La muerte es la generadora de la verdadera vida.
Un hombre preguntó:
– ¿Los extraterrestres se reencarnan, son conscientes? ¿Por qué nosotros no podemos saber?
– Los seres de cuarta dimensión, viven una edad media de 1.200 años y se reencarnan conscientemente. Para ellos cambiar de cuerpo es como para nosotros cambiar un vestido. En el momento de reencarnarse, incorporan valores de su pasado, de la experiencia de sus padres… El hombre debe volver siete veces, al menos, por ley, sin que pueda tener conciencia de ello, y si fuera preciso, deberá repetir las veces que fuera necesario. Es la «ley» que rige la economía de la «causa y el efecto», la «ley» que instruye los mecanismos del juicio personal y la justicia. Vosotros sois los jueces de vosotros mismos. ¿Sabéis qué es la ley del Karma? Os leeré el contenido de una reciente comunicación, recibida en diciembre de 1977:
«No penséis que podréis huir a la «ley» de «causa y efecto». No os podréis librar del guardián que vigila vuestro «Karma». Lo que sembréis, recogeréis. Y lo que recojáis ahora, marcará el destino de vuestro mañana. Lo que hagáis hoy a los otros, mañana los otros os lo harán; estad seguros de ello. No penséis que podréis huir a esta ley. Pensad y meditad. Seréis vosotros los jueces de vuestras acciones. Seréis vosotros los que elegiréis las pruebas para purgar vuestras culpas. No todos los que padecen tribulaciones las sufren por casualidad. No «existe la casualidad». Sabedlo. Quien mata no puede impedir que le maten. Quien roba, no puede impedir ser robado. Quien odia, será odiado. Una vida vivida justamente no dejará de tener el premio de la felicidad y de la paz de Dios. Si trabajáis para los otros, mañana los otros trabajarán para vosotros, y si aliviáis a los otros, es inevitable que los otros mañana os alivien. Es la ley de «causa y efecto. Es la ley de la justicia de Dios».»
Una voz que procedía del fondo dijo:
– Tú has dicho en numerosas ocasiones que recordabas tus vidas precedentes. Se ha dicho que fuiste Cagliostro y el Apóstol Juan. ¿Podrías hacemos una demostración, hablando en el idioma de los Atiantes, por ejemplo?
– ¿De qué te serviría, si tú no lo puedes comprender? Si recuerdo algunas de mis vidas precedentes no es por merito mío, sino porque fui redimensionado por los extraterrestres para poder recordar. Hace 12.000 años fui Barath, estudiante, en la isla de Posidón, posteriormente reconocido en Egipto «como» Hermes Trimegisto. En otra vida fui uno de los Apóstoles de Jesús. También fui Giordano Bruno, quemado vivo por la Inquisición, Cagliostro y Rasputín. Para tu conocimiento te diré que el Conde de Cagliostro fue y es la «sabiduría reencarnada» de uno de los más grandes «genios» que la humanidad ha tenido: Hermes Trimegisto. Fue y es dispensador del Amor y del Bien, y Maestro insigne de los valores «alquímicos espirituales, astrales y físicos». El Conde de Cagliostro fue y es un gran Maestro de la Atlántida, que trepó al último escalón de la escuela de Poseidón, donde obtuvo la «sabiduría universal» de los Hijos de Dios, venidos sobre la Tierra para ayudar a los hombres en el «conocimiento» de la «verdad-una». Hoy hereda el secreto de la «mutación» con el fin de estar disponible siempre para servir a la «ley inmutable» del «genio solar» al cual está irreductiblemente consagrado y del que recibe el bien que él da y ha dado. Los impíos sienten terror de su personalidad espiritul y, como en el pasado, se unen para intentar detener su obra, aunque saben que no podrán hacer nada, ya que Cagliostro posee la «gnosis». El sabe lo que quiere y lo que desea «obtener» y esto con el fin muy preciso que concierne a los «designios» del Gran Maestro, Espíritu patronímico del Sistema Solar. No tengo más que añadir.
Una voz más cercana preguntó:
– ¿Por qué si venimos al menos siete veces, repetimos siempre las mismas cosas, nos encontramos con la misma gente, cometemos siempre los mismos errores?
– Os contaré una historia. Un niño fue por primera vez a la escuela. Era muy pequeno y sus conocimientos no pasaban de la experiencia infantil. Su maestro (que era Dios) le puso en la primera.clase y le pidió que aprendiera las siguientes lecciones:

No matarás
No harás daño a ningún ser viviente
No robarás

El niño no mató, pero era cruel y robaba. Al fin del día, le había salido barba y era de color gris; entonces su Maestro le dijo: «Has aprendido a no matar, pero no has aprendido las otras lecciones. Vuelve mañana.» Al día siguiente volvió. Nuevamente era un niño. Y su Maestro (que era Dios) lo puso en una clase un poco más adelantada y le dio estas lecciones para aprender:

No debes hacer daño a ningún ser viviente
No debes robar
No debes mentir

Luego el hombre dejó de ser cruel, pero seguía robando y mentía. Al final del día, su Maestro le dijo: «Has aprendido a no ser cruel con tus semejantes, pero no has aprendido las otras lecciones. ¡Vuelve mañana!» Al día siguiente volvió de nuevo y seguía siendo niño. Su Maestro le puso en una clase un poco más adelantada y le dio estas lecciones para aprender.

No robarás
No mentirás
No debes desear lo que pertenece a los otros

Luego, el hombre, dejó de robar, pero mentía y deseaba los bienes de los otros. Al final del día, su Maestro le dijo: «Has aprendido a no robar, pero las otras lecciones no las has aprendido. Vuelve, pequeño mío. Vuelve mañana.»
He aquí lo que yo he leído en el rostro de los hombres, en el libro del mundo y en las estrellas del firmamento.
Los presentes guardaron silencio, pero él continuó:
– Vosotros sois los artífices de vuestro destino. Sea para bien o para mal, vosotros trazáis el sendero que recorreréis mañana. En esta existencia edificáis la próxima. El «yo superior» sobrevivirá siempre en la eternidad. No os hagáis la ilusión de poder escapar a los efectos de la causa que habéis provocado, ya sea negativa o positiva. Los efectos serán más duros si las causas que los hayan producido se repiten, desobedeciendo a la conciencia iluminada por la consciencia. Errar es imprescindible para conocer. Perseverar en el error significa ir al encuentro de pruebas durísimas, cargadas de dolor y de sufrimientos difícilmente evitables. El mal que es consecuencia de la repetición de las causas negativas, no es perdonable por quien preside la ley evolutiva de las cosas creadas por el espíritu Creador. Es necesario conocer esta verdad eterna si queréis ascender hacia la real felicidad del sublime bien. Recordad: la «vida de hoy la habéis edificado ayer», y la «vida de mañana la edificáis hoy». Tened plena conciencia de esto.
Y habiendo hablado así, mientras los que le rodeaban reflexionaban en silencio sobre cuanto habían oído, él se levantó y partió hacia otro lugar.

Eugenio Siragusa

 

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