Signos y Visitaciones

En estos últimos días, Filippo Bongiovanni ha publicado algunos escritos relacionados a eventos actuales con otros de hace décadas, en los cuales podemos constatar que Ellos siempre están entre nosotros, observadores y vigilantes de nuestro accionar, así es como el mismo Jesús se ha hecho presente en la ONU en el año 1950, según relata la radio de ese momento y luego fuera silenciado, o más adelante también se produjeron avistamientos de naves  en estas reuniones de gente poderosa que trata, por todos los medios, de parecer potente y sabia, y solo cambia algunas cosas para que nada cambie…Con el mismo fervor que trabajan en su hipocresía , trabajan también para el silencio de estos eventos, sea a través de la censura o través de la ridiculización…

Si tan solo pusieran su energía al servicio de la Verdad y del cambio , realmente en muy poco tiempo todo podría cambiar, porque además ellos, los seres de luz, ángeles de ayer extraterrestres hoy, simplemente con constatar la real predisposición, ayudarían en aquello que nosotros no pudiéramos alcanzar.

JESÚS EN LA ONU 1950

La historia no sabríamos bien en donde enmarcarla, tanto en el programa extraterrestre como en la intervención de los Maestros Cósmicos actuando sobre la Tierra, vengan estos de donde vengan y sean quienes sean. Lo importante es el «mensaje» que en su día transmitieron a nivel más alto y representativo; nos estamos refiriendo a una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU. Se trata de un relato ligeramente abreviado de un programa transmitido por la American Broadcasting System en vísperas de la Navidad de 1950, basado en una información procedente de Lake Success (Località vicino New York) se produjo un extraño incidente en el curso de una sesión especial del Comité Político de las Naciones Unidas, poco tiempo antes de esta emisión radiofónica.(Por PAUL HARVEY) 

«En el secreto del Consejo de Seguridad, numerosas naciones estaban representadas por sus principales delegados. Los Estados Unidos estaban representados por Mr. Austin y Mr. Dulles. Gran Bretaña, por Jebb y Younger. Vichinski, por la Unión Soviética. Esta inopinada sesión tenia un carácter tan excepcional, que en el perímetro de la Sala Doce, donde se celebraba, las seis vastas hileras de asientos estaban vacías. Al entrar los delegados no se autorizó la presencia de ningún fotógrafo. Algunos miembros del Secretariado estaban sentados tras el cristal de la cabina de transmisiones, que sólo es accesible por una escalera que parte del vestíbulo exterior. Las puertas se cerraron entre las 9 de la mañana y las 19.12 de la tarde. Nadie había podido penetrar en la Sala Doce antes del cierre de las puertas sin presentar sus cartas credenciales o ser debidamente identificado. Nadie había podido entrar después del cierre de las puertas sin ser visto por los guardias del vestíbulo exterior. Estos afirmaron no haber visto a nadie. Sin embargo, apenas se había declarado abierta la sesión, primero en inglés y luego en francés, un hombre de alta estatura se levantó tras el presidente.
El silencio se estableció en torno a la mesa oval, y Sir Benegal Rau, que presidia la sesión, creyó al principio que todos los ojos estaban fijos en él, hasta que recibió un codazo de un secretario. Volviéndose entonces para seguir la dirección de las miradas, encontróse frente al ser extraño que se hallaba de pie detrás de él. Su primera intención fue la de llamar a un guardia. Era una sesión secreta del Comité, lo cual había quedado bien claro en la convocatoria de la misma.
Mr. Rau interpeló al desconocido:
‑¡Eh, señor! ¿Quiere usted justificar su pertenencia a una delegación?
El hombre era delgado, con el rostro enmarcado por una cuidada barba. Calzaba sandalias y vestía una indumentaria oriental que no era desconocida en Lake Success(Località vicino New York). Abrió la boca para hablar y cesó bruscamente el murmullo de la sala. Con una voz dulce y persuasiva que, sin embargo, parecía resonar con fuerza en la estancia pese a la ausencia de micrófonos, dijo:
‑Tengo mucho que decir y juzgar sobre Vds. Voy a desvelar cosas que se han mantenido en secreto desde la creación del mundo, y ustedes conocerán la verdad.
El silencio era tan profundo, que se podia oir la asmática respiración de un asistente a través de la estancia sin ventanas.
‑¿Quién es Vd? ‑le preguntó Mr. Rau.
‑Hay un mal que he visto bajo el sol y que es común a todos los hombres. Han empleado su lengua para engañar. El veneno de las serpientes está en sus labios y no han conocido el camino de la Paz.
«Los que hacen el mal, odian la luz. Limpian el exterior de la copa y del plato, pero en el fondo de si mismos están llenos de deseos de extorsión y de excesos. Debe abatirse el hacha sobre la raiz de tales árboles».
Entonces Vichinski, glacial, interrumpió el discurso, pero la traducción de sus palabras tardó en llegar:
‑La delegación soviética ‑dijo‑ se niega a oir las delirantes palabras de ese incendiario. Esta intervención es, sin duda, un complot cuidadosamente urdido y pobremente ejecutado para presentar a los soviéticos como los agresores en una guerra en la que no tienen arte ni parte. ¿Puede sorprender que el comunismo se oponga en Corea a estos imperialistas?
Y, quitándose nerviosamente las gafas, apuntó con ellas hacia la delegación norteamericana.
El tono de aquel hombre extraño se hizo tajante:
‑Necias e ignorantes cuestiones ‑dijo‑ que engendran la lucha. Si un hombre lucha por ganar el poder, só1o será coronado si se bate legalmente.
‑Pero ‑intervino el presidente‑ no ha abordado Vd. la razón por la cual tiene lugar esta asamblea. ¿Qué tiene Vd. que decir respecto a Corea? ¿Es sobre este punto sobre el que estamos equivocados?
‑Si el hombre bueno, en su casa, hubiese sabido el momento en que iba a ir el ladrón ‑replicó el desconocido‑, habria vigilado y no habría tolerado que fuesen saqueados sus bienes. Pero mientras dormia, su enemigo vino a sembrar la cizaña entre el trigo y luego se marchó.
‑Creo ‑subrayó Mr. Jebb, delegado de Gran Bretaña‑ que lo que más tememos todos es cuál de nosotros será la próxima víctima.
Aquel hombre, siempre de pie, replicó:
‑Cuando un hombre fuerte, armado, guarda su casa, sus bienes están seguros.
Para pedir la palabra, Mr. Austin agitó la banderita que marcaba su lugar. Se le concedió la palabra.
‑En los Estados Unidos ‑recalcó‑ acogemos enemigos en nuestra propia casa. Son los agentes de otra nación que piden nuestra confianza y afirman que se comportan lealmente con nosotros.
El hombre, lleno de suavidad, levantó la mano como para acortar la observación.
‑Ningún hombre puede servir a dos amos ‑dijo‑, pues si ama a uno, odiará al otro, y si estima al primero, despreciará al segundo. Todo reino dividido contra si mismo está condenado a la destrucción.
Mr. Austin dijo:
‑Tienen so1o el proyecto de transformar nuestro Gobierno por medios pacíficos… para mejorar nuestro sistema económico…
El visitante interrumpió con cierta impaciencia:
‑Los que están sanos no necesitan al médico, dejad éste para los que están enfermos.
Y volviéndose hacia Mr. Austin y Mr. Dulles, gritó:
‑¡No hay ni un solo hombre justo entre Vds.! «Conozco tus palabras, no tienes ni frío ni calor. Porque dices: soy rico, mis bienes aumentan, no necesito nada, y no sabes que eres un miserable.»
Mr. Rau abandonó su asiento y dijo:
‑Hemos venido aquí para examinar los errores que motivan nuestra inquietud y Vd. ha distribuido su parte a cada uno de nosotros. ¿Qué hemos de hacer? ¿Abandonar nuestros esfuerzos en busca de la paz?
‑Hagan las cosas decentemente y en orden ‑dijo el visitante‑. Aléjense del mal y actúen bien. Busquen la paz, persiganla. Y aumente su fé. La fe ha conquistado reinos, formado la justicia, obteniendo promesas y cerrando la boca de los leones.
‑Hace Vd. aparecer las cosas como infinitamente simples ‑observó Mr. Rau con una pizca de melancolía.
‑Muchos hombres justos han deseado oir lo que Vds. oyen y no lo han oído ‑replicó el extranjero.
Mr. Rau sonrió.
‑No tenemos costumbre de oir la voz de la sabiduría procedente del exterior de nuestros comités.
‑No se olviden Vds. de acoger a los extraños, porque, al hacerlo así, tal vez reciban a ángeles sin saberlo ‑dijo el hombre.
Sir Benegal Rau se dirigió entonces a la asamblea:
‑La reunión no tiene ya objeto ‑concluyó‑, él ha respondido a todas nuestras preguntas. En cuanto a Vd. señor, le damos las gracias... Si pudiera Vd. escribir las cosas que nos ha dicho, si aceptara Vd. exponer tal sabiduria en un libro que todos pudieran leer…
Los ojos del visitante brillaron entonces con una cólera repentina: ‑¡El libro existe! ‑gritó‑. ¡Es la santa Biblia de Vds.!
Se apagó su cólera, y su mirada volvió a encontrar la serenidad, aunque una serenidad velada de tristeza, y marchó hacia la puerta, que se abrió ante él… Nadie, en el exterior, advirtió su partida.»

 

LA METODOLOGÍA CELESTE NO SE SIRVE DE PROPAGANDA NI DE PROSELITISMO

Con la misma metodología que lo relatado más arriba, en los años 80 , cercano al accidente de Chernobil – y a las solicitudes previas de Eugenio a través de FIlippo, enviadas a  la mismisima ONU, pidiendo que se reunieran en forma urgente  pues estaba en peligro la supervivencia de la entera humanidad- , hubo episodios similares, en las que por ejemplo el arcángel Gabriel se hiciera presente y anunciara el apocalipsis, todo esto también en fechas cercanas al primer guay (la luz de Ajenjo: Chernobil. Más información en https://pesolex.com/es/observo-pienso-medito-y-entonces-deduzco-primera-parte/ )

Pero esta metodología carece de los mecanismos de manipulación como lo son la propaganda y el proselitismo, y queda a criterio de la capacidad de VER y OIR que tengamos los seres humanos (aquella capacidad que tantas veces repitió el Maestro Jesús Cristo en diversos párrafos de los evangelios) . Algo tan simple como saber desarrollar esta capacidad, resulta imposible en los tiempos que vivimos, sobre todo con el exceso de información que hay hoy, y que es la nueva forma de ocultar que se desarrolla hoy en día.

Esta imposibilidad no es solo una dificultad de los potentes del mundo, sino también del hombre común de todas las sociedades de este planeta.

Así es como se produce en un extremo, una vanalidad o superficialidad en la que no se puede comprender y tomar conciencia de una Verdad que nos envuelve y nos supera, y en el otro, un fanatismo adonde se pretende abarcar y poseer esa inconmensurable Verdad de forma simplista y egocéntrica, creyendo que se la comprende.

¿Cuál es la solución a este dilema? Aprender a VER y OIR con el alma, conocer y merecer ese conocimiento de la Verdad. En ese marco es donde entran este tipo de manifestaciones tanto a potentes como a ciudadanos comunes. Todos tenemos derecho de conocer la Verdad que hace libres, aunque lamentablemente no son muchos los que quieren conocerla. Porque la Verdad es incómoda , y en cambio, el engaño es cómodo, vivir negando el verdadero sentido de nuestra vida y de la Realidad Cósmica que nos envuelve, es más cómodo. Porque de otro modo deberíamos cambiar tanto, que no estamos dispuestos a hacerlo.

RECORDEMOS SIEMPRE: LA VERDAD NO SE ACOMODA.

SOMOS NOSOTROS LOS QUE DEBEMOS CAMBIAR.

Hay una realidad superior que habla su propio lenguaje, solo tenemos que estar dispuestos a escucharlo.

 

** los articulos de periódicos adonde se refleja la noticia y los testimonios varios en la misma autopista adonde se ha vivido la misma experiencia. En la primer imagen el periodico ABC de España intenta a través de  la descalificación desmentir un hecho que por otro lado no ha podido ocultarse, dada la reiteración de testimonios. En la última imagen la replica del diario original adonde constan los testimonios con el resumen realizado por el organismo oficial de difusión de Eugenio Siragusa de entonces.

 

 

 

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